• Caracteristicas



    El posmodernismo es un movimiento desarrollado en el plano cultural, inicialmente en Europa y Estados Unidos, con repercusiones en todos los campos de la actividad humana. Significó la toma de conciencia de una nueva concepción del mundo y de las ciencias, como consecuencia de los adelantos científicos y técnicos, del mundo globalizado.
    De acuerdo con Fernández Villanueva, C. (2003): “Se ha llamado posmodernidad a un movimiento en la cultura, las artes y las ciencias, una forma de teorizar un movimiento histórico, contemporáneo una transformación histórica que surgió tras la segunda guerra mundial o la forma de vivir económica, social y cultural en el capitalismo” (pág. 182).
    La condición posmoderna se comienza a gestar durante la finalización de los 70 y se consolida durante la década de los 80. La posmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está basada en el desencanto, donde existe un sentimiento de renuncia a las utopías y a las ideas de progreso que tanto caracterizaron a la modernidad, como los ideales de las grandes filosofías: iluminismo, positivismo, marxismo no se cumplieron, aun considerando que dichos ideales se tomaban como universalistas.
    El hombre posmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones pueden modificarse de un instante a otro. En el marco de la cultura posmoderna, se acentúa el individualismo, rasgo de la posmodernidad con las consignas de mantenerse joven, bello, delgado, a la moda, consumiendo constantemente confort, objetos de lujo, culto a las antigüedades.


    Roa Rebolledo, A. (1995), menciona algunas características definitorias de la posmodernidad:



    • Perdida de vigencia de las ideologías, de los metarrelatos y de todo interés por lo teórico, por lo ajeno a la utilidad inmediata.
    • La realidad para el posmoderno ha dejado de ser un valor de uso, cuyo descubrimiento, contemplación y manejo enriquece la vida de los hombres, para convertirse en mero valor de cambio, similar al dinero, en algo que vale en la medida que pueda ser cambiado por otra cosa.
    • En la ética, preocupa solo la casuística, resolver en acuerdo al buen sentido o la opinión mayoritaria, cualquier situación concreta, dejando de lado el análisis de principios o teorías. Se aceptan todas las posiciones, sin necesidad de justificarlas con rigor racional, y no por respecto al pluralismo, sino porque en cierto modo, pareciera que todo da igual y es cuestión de mero agrado o libertad de decidirse por este o lo otro.
    • Búsqueda primaria de lo hedónico, sin sacrificarse en ahondar las situaciones a la vista y sin considerar las consecuencias remotas de lo que se hace. Entrega abierta por lo mismo al consumismo en cuanto entretenida fuente de placer sin problemas. En este aspecto, el vivir a crédito sustituye la anterior mentalidad moderna de privilegiar al ahorro.
    • Percepción de la realidad en superficie, donde el límite de todo aparece difuminado, sin que preocupe demasiado la precisión de áreas de conocimientos, de profundización o de acción. No interesan ya concepciones globales sobre qué es el hombre o el mundo.
    • Poco respeto por la vida y el mundo en sí, la cual ya no se mira como sagrada, sino más bien bajo el aspecto de propiciar placeres o agrados. La vida humana solo vale si tiene placer de ser gozada, pero de ningún modo vale incondicionalmente.
    • No existe diferencia entre objeto y sujeto, el sujeto se ha hecho inminente al objeto, siendo difícil distinguir entre uno y otro, pues de repente el sujeto es quien cabalga al objeto y lo dirige, y de repente el objeto cabalga al sujeto y lo maneja.
    • Con la progresiva desaparición del binomio sujeto-objeto, típico de la modernidad, que partía de la base de que el objeto de investigación era una realidad con su propia identidad maciza, dicha realidad empieza a volatizarse a perder sus contornos, a no distinguirse claramente de las realidades creadas por la imaginación que son las propias del arte y de la poesía. El arte posmoderno tiene como característica para validarse estéticamente en mostrar en lo íntimo un pluralismo histórico, o sea algo que al verlo ponga en contacto el espíritu del observador, con las diversas realidades que han construido los hombres a través del tiempo. De este modo la pintura y la arquitectura procuran construir una verdad historizada, plural de lo real y no monolítica como lo pretendían los clásicos, y los vanguardistas. (pág. 41-48).

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